El 18 de octubre de 1968 Bob Beamon se convirtió en uno de los atletas estadounidenses más reconocidos de todo el planeta. Alrededor de las 4 de la tarde, Bob corrió como nunca y saltó como nunca estableciendo un récord mundial de 8,90 m en el salto de longitud de los Juegos Olímpicos de México 68
El salto, que tanto el público y los jueces contemplaron , concluyó con un gracioso paso de canguro que le dio a la proeza un aire de travesura infantil. Es salto fue tan impresionante que los aparatos de medición utilizados en la prueba no alcanzaban la longitud suficiente para registrar la marca. Los expertos dieron razones técnicas que indicaban su gran gesta tales como su excelente estado psicofísico, la velocidad del viento y la menor resistencia del aire a esas alturas.